Matrimonio, soltería y el diseño de Dios: Sabiduría de Jesús y Pablo
- Eric Pardine

- 18 ago
- 3 Min. de lectura
Introducción: Un don en cada llamado
Matrimonio, soltería, viudez, segundas nupcias: cada etapa de la vida trae bendiciones y desafíos únicos. En Mateo 19 y 1 Corintios 7, Jesús y Pablo nos recuerdan que el diseño de Dios para las relaciones no es uniforme. Al contrario, nos llama a cada uno a vivir fielmente en la etapa en la que nos encontramos, ya sea abrazando el matrimonio como un pacto o la soltería como un llamado a la obra del Reino.
No todos están llamados a casarse
Jesús dijo: «El que pueda aceptarlo, que lo acepte». Algunos son llamados a una vida de celibato por el Reino. Esto no es señal de inmadurez ni de estar incompleto, sino un don único de Dios. La mayoría se casará, y el matrimonio es bueno, pero quienes permanecen solteros para los propósitos de Dios no son menos valiosos a sus ojos.
Pablo hace eco de esta verdad en 1 Corintios 7, describiendo la soltería como un don que permite una devoción plena a Dios. Ya sea por circunstancias naturales, convicciones personales o llamado divino, la soltería puede ser una bendición cuando se confía al Señor.
Matrimonio: Un Pacto de Fidelidad
Para la mayoría de las personas, el matrimonio es el camino que Dios provee para la intimidad y el compañerismo. Pablo enfatiza que los esposos se pertenecen el uno al otro en una sola carne, donde el amor mutuo, la fidelidad y el sacrificio reflejan la relación de Cristo con su Iglesia.
Advierte contra la privación de intimidad, señalando que cuando las parejas se descuidan mutuamente, la tentación encuentra una puerta abierta. El matrimonio está diseñado para ser un lugar de unidad, servicio y santidad.
Divorcio: Realidad, Dureza de Corazón y Gracia
Si bien el diseño perfecto de Dios es que el matrimonio dure toda la vida, las Escrituras no rehúyen abordar la dolorosa realidad del divorcio. Jesús explicó que el divorcio se permitía “por la dureza del corazón” (Mateo 19:8), pero nunca formó parte del plan original de Dios.
Pablo da instrucciones específicas:
Permanezcan en su matrimonio si es posible. El matrimonio es un pacto, y la primera exigencia siempre es la reconciliación.
Si se divorcian, busquen primero la reconciliación. En 1 Corintios 7:10-11, Pablo dice que si un cónyuge se separa, debe permanecer soltero o buscar la reconciliación, dejando la puerta abierta para la restauración.
Si se vuelve a casar, se cierra la puerta a la reconciliación. El divorcio pone fin al primer pacto matrimonial, y el nuevo matrimonio establece uno nuevo. En ese momento, el creyente debe honrar su nuevo pacto en fidelidad a Dios.
Si un cónyuge no creyente se separa, déjenlo ir. Pablo reconoce que en los matrimonios mixtos (creyente con no creyente), a veces el no creyente decide separarse. En tales casos, el creyente no está “bajo esclavitud” y es libre de volver a casarse en el Señor (1 Corintios 7:15).
Aún más poderosa es la postura de Dios hacia quienes han pasado por el divorcio. No los rechaza, sino que les ofrece perdón y renovación. Jeremías 3 incluso describe a Dios mismo emitiendo a Israel un certificado de divorcio después de siglos de infidelidad, pero aun así extendiendo misericordia e invitándolos a regresar. El divorcio no es el pecado imperdonable; el perdón y la restauración siempre están disponibles en la cruz.
El llamado al contentamiento en cada etapa
Pablo enfatiza repetidamente: “Cada uno permanezca en la vocación con la que fue llamado”. Si eres soltero, acéptalo. Si estás casado, permanece fiel. Si enviudas, busca la voluntad de Dios sobre si volver a casarte o permanecer soltero. El contentamiento, no la comparación, es el deseo de Dios para su pueblo.
Las viudas reciben atención especial en las Escrituras. Dios promete ser su defensor, proveedor y consolador. Algunas pueden ser llamadas a permanecer solteras en devoción a Él; Otros pueden ser llamados a volver a casarse en el Señor. De cualquier manera, Su gracia es suficiente para cada circunstancia.
Conclusión: Viviendo fielmente en el don de Dios
Ya sea soltero, casado, viudo o vuelto a casar, cada creyente está llamado a honrar a Dios en su etapa actual. La soltería no es una sala de espera para el matrimonio; es un don. El matrimonio no es simplemente un contrato, sino un pacto. El divorcio no es el fin del amor de Dios, sino una oportunidad para que Su gracia brille.
La verdad central es esta: Dios es fiel. Ama a su pueblo en cada etapa de la vida y nos llama a reflejar su compromiso en nuestras relaciones.





Comentarios