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Lo que Dios ha unido: La enseñanza de Jesús sobre el matrimonio y el divorcio en Mateo 19

Introducción: Abordando un tema difícil con el corazón abierto. El divorcio no es un tema popular. Es un tema con una gran carga emocional, profundamente personal y, a menudo, doloroso. Sin embargo, Jesús lo abordó directamente en Mateo 19. Sus palabras no buscan condenar a los quebrantados de corazón, sino aclarar el diseño de Dios para el matrimonio desde el principio. En un mundo de valores cambiantes, su verdad permanece inmutable.


El contexto: De Galilea a Perea


Cuando Jesús salió de Galilea hacia Perea camino a Jerusalén, multitudes lo seguían: algunos buscaban sanidad, otros buscaban la verdad y otros, como los fariseos, buscaban tenderle una trampa. Preguntaban:


«¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?»


En aquella época, dos grandes corrientes de pensamiento se enfrentaron: una permitía el divorcio por casi cualquier motivo, y la otra solo por pecados sexuales graves. Sin embargo, Jesús no se puso del lado de ninguno de los dos grupos. Señaló las Escrituras:


“¿No han leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo… lo que Dios juntó, no lo separe el hombre?”


Regresando al plan de Dios para el matrimonio


En Génesis 2, Jesús les recordó que el matrimonio es el diseño de Dios: una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer. Este vínculo es más permanente incluso que la relación padre-hijo, porque los dos se convierten en una sola carne. La intención de Dios es la permanencia, la fidelidad y un testimonio público de la relación de Cristo con la Iglesia.


La objeción de los fariseos: Moisés y el divorcio


Los fariseos cuestionaron: “¿Por qué, entonces, Moisés mandó dar un certificado de divorcio?”. Jesús los corrigió: Moisés no ordenó el divorcio; lo permitió debido a la dureza de corazón. Desde el principio, no fue así. El plan original de Dios nunca incluyó la separación, pero el pecado humano creó dolorosas excepciones.


La Cláusula de Excepción: Entendiendo la «Porneia»


Jesús permitió una excepción: la inmoralidad sexual (porneia), un patrón persistente e impenitente de impureza que viola el pacto matrimonial. En tales casos, se permite el divorcio y la parte inocente tiene la libertad de volver a casarse. Aun así, el divorcio nunca debe ser la primera opción; la reconciliación siempre es el deseo de Dios cuando hay arrepentimiento.


El Rol de la Iglesia: Restauración y Sabiduría


La iglesia local está llamada a ayudar a restaurar a las ovejas descarriadas. Esto implica oración, confrontación amorosa y exhortarse mutuamente a la fidelidad. Para los solteros, este pasaje también es un recordatorio: elijan sabiamente antes de casarse, asegurándose de compartir la misma fe y valores.


Esperanza para los que sufren


Ya sea que alguien esté en su primer matrimonio, en un segundo matrimonio o viviendo después de un divorcio, la gracia de Dios es suficiente. Siempre hay un camino a seguir en Cristo: a través del arrepentimiento, la fe y una renovada dedicación a Él. Ninguna situación está fuera de su capacidad de redimir.


Conclusión: El matrimonio es idea de Dios, no nuestra. Él une corazones, hogares y futuros en un pacto perdurable. En un mundo que menosprecia el compromiso, los creyentes están llamados a honrar la Palabra de Dios y confiar en su designio para relaciones duraderas y centradas en Cristo.

 
 
 

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